La eliminación más dolorosa de la competición
El fútbol es un deporte que nos hace vibrar, nos hace disfrutar, nos hace sufrir, nos hace llorar. El fútbol es pasión, es sentimiento, es emoción. Y a veces, el fútbol también puede ser dolor. En este artículo, vamos a hablar de la eliminación más dolorosa de la competición. Aquella que nos dejó con un nudo en la garganta, con lágrimas en los ojos, con la sensación de que algo se rompió dentro de nosotros.
En el fútbol, la eliminación es siempre un fracaso. Pero hay fracasos que duelen más que otros. Y cuando hablamos de la eliminación más dolorosa de la competición, no podemos dejar de recordar aquel partido que nos hizo sufrir como nunca antes. Puede haber muchos partidos que se ajusten a esta descripción, pero hay uno que se destaca por encima de todos los demás.
El partido que nos referimos es la final de la Liga de Campeones del año 2002. Aquel partido enfrentaba al Real Madrid y al Bayer Leverkusen. El Real Madrid, dirigido por Vicente del Bosque, venía de ganar la Liga y la Supercopa de Europa, y estaba decidido a conseguir el ansiado añadido a su palmarés: La Liga de Campeones.
El Bayer Leverkusen, por su parte, no era un rival fácil. Tenía un equipo joven y talentoso, que había eliminado a equipos como el Manchester United y el Liverpool. Y además, contaba con una de las mayores promesas del fútbol mundial: Michael Ballack.
El partido empezó con buen pie para el Real Madrid. A los 9 minutos, Raúl González anotó el primer gol, tras un gran pase de Zidane. Pero el Bayer Leverkusen no se rindió. A los 14 minutos, Bernd Schneider empató el partido, tras un gran movimiento de los alemanes.
El partido se convirtió en un intercambio de golpes. El Real Madrid tenía el control del balón, pero el Bayer Leverkusen era peligroso al contraataque. Y entonces, llegó el momento que cambió el partido. Faltando 15 minutos para el final del partido, Zidane recibió un balón en la frontal del área, y sin pensarlo dos veces, soltó un remate espectacular, que se coló por la escuadra de Hans-Jörg Butt.
El golazo de Zidane parecía haber sentenciado el partido. Pero el Bayer Leverkusen no estaba dispuesto a rendirse. Y a los 80 minutos, llegó una jugada que nos dejó con el corazón en un puño. El centrocampista del Bayer Leverkusen, Carsten Ramelow, recibió un balón en el borde del área, y soltó un remate que se estrelló en el travesaño. El balón botó en la línea de gol, y parecía que iba a entrar. Pero no entró. El Real Madrid se salvó de milagro.
El partido acabó con el resultado de 2-1 para el Real Madrid. Una victoria que parecía épica, pero que en realidad, había sido muy sufrida. A pesar de todo, el Real Madrid había conseguido su ansiado añadido, la Liga de Campeones. Y todo parecía felicidad.
Pero entonces, llegó el momento que convirtió esta victoria en la eliminación más dolorosa de la competición. En el último minuto del partido, el Real Madrid tuvo una falta a favor en el centro del campo. El partido ya estaba sentenciado, pero aún quedaba tiempo para una última jugada. Y el Real Madrid decidió que la última jugada sería un córner.
El córner llegó, y Zidane lo lanzó al área. El balón llegó hasta la cabeza de Roberto Carlos, que lo desvió hacia atrás. Y allí estaba, en el lugar indicado, en el momento indicado. Lars Ricken, delantero del Borussia Dortmund, corría libre hacia la portería. Perico Alonso, el centrocampista del Real Madrid, intentó hacer algo, pero era tarde. Ricken remató sin titubear, y el balón se coló por la escuadra de Iker Casillas.
Y así, en un abrir y cerrar de ojos, todo cambió. El Real Madrid, que había ganado la Liga de Campeones, se quedaba sin ella. Y el Borussia Dortmund, que había sido eliminado en cuartos de final, se convertía en campeón. La eliminación más dolorosa de la competición.
Este partido nos enseñó muchas cosas sobre el fútbol. Nos enseñó que la victoria nunca es segura hasta el pitido final. Nos enseñó que un fracaso puede ser mucho más doloroso que un éxito. Nos enseñó que el fútbol, como la vida, está lleno de altibajos. Pero sobre todo, nos enseñó que la pasión y el sentimiento que nos genera el fútbol, son cosas que no pueden medirse.
En definitiva, el fútbol es un deporte que nos hace vivir emociones fuertes. Y aunque puede haber muchas eliminaciones dolorosas en la competición, ninguna como la que vivimos aquel día. El día en que ganamos y perdimos al mismo tiempo. El día en que aprendimos que el fútbol es mucho más que un juego.